CULTURA ES TAMBIÉN DEFENDER A UCRANIA DE LA BARBARIE

 

En el día de hoy pretendo hablar de la situación que se vive en Ucrania, entiendo que la Cultura, con mayúsculas, que es a lo que se debe un escritor, engloba diferentes aspectos, entre ellos, la paz, el respeto a la convivencia y a la soberanía de los países en el mundo, el respeto a la legalidad internacional –aunque la palabra “legalidad”, tal como la configuran los hipócritas intérpretes de la misma, admita más de una reserva-. En definitiva, la Cultura es también oponerse a la barbarie, de la que, por cierto, la Guerra es su máxima expresión.

Deseo, como escritor, como jurista y como ciudadano, poner en solfa todas y cada una de las proclamas con las que, tanto a nivel jurídico como político, nos han mantenido entretenidos y engañados a los ciudadanos los vendehúmos de los dirigentes mundiales, de cuya calidad y principios (o bien de la falta de ellos) nos dan continuas muestras todos los días.

La ciudadanía mundial debe convencerse de que ninguna solución para los problemas del mundo va a venir de ninguna institución –nacional o internacional-, porque éstas son radicalmente incapaces para ello, dados los intereses a los que parecen obedecer. Y ese lugar, necesariamente, ha de ser ocupado por los ciudadanos, que deben someter a remoción inmediata de sus puestos nutricionales a aquellos en quienes, con alguna cierta candidez, han delegado para funciones respecto de las que no muestran ni aptitud ni actitud; y, para ello, a los hechos me remito.

En el caso actual de Ucrania, los dirigentes mundiales, los cuales ignoran lo que significa la palabra Acción, no son consecuentes con los Tratados o Convenios que han aprobado, pues se limitan, como cotorras asustadas, a emitir condenas vacías de contenido, mientras Rusia se anexiona un país soberano, como Ucrania.

Parece que la excusa es el contingente militar ruso, o el escaso valor o vínculos de Ucrania con los países que podrían hacer algo para evitar semejante barbarie.

Pues bien, si el contingente militar ruso fuese la excusa, en la Historia no habría ejemplos como los que dieron el Cid Campeador con el ejército musulmán, Viriato con las huestes del Imperio Romano o, a propósito de este último, el caso de Espartaco, así como tantos otros que podrían citarse.

Y, si la excusa es el perfil bajo, a nivel económico o político de Ucrania, mal puede defender la Comunidad Internacional los tratados que traiciona con su actitud si es ése el censurable criterio que prioriza para defender los valores que, hipócritamente, proclama.

¿Cuándo intervendrá la ONU enviando “mirones”, con su aterciopelado nombre de “observadores”, o figurantes portando “cascos azules? La ONU está condenada a desaparecer, como lo hizo la ineficiente Sociedad de Naciones.

¿Cuándo intervendrá la llamada Unión Europea, sometida a un continuo proceso de desmoronamiento, que ha intentado torpemente paliar con una ampliación sin ningún sentido y, además, contrariando sus propios principios?

¿Todo lo van a fiar a unas risibles sanciones de tipo económico contra Rusia respecto de las que ni tan siquiera se ponen de acuerdo?

¿Piensan que Rusia no había previsto este escenario, asumiéndolo como de absoluta indemnidad, antes de que la trayectoria de sus tanques no se viera frenada ni por un vehículo civil ucraniano, pasando por encima de él, lo cual es el símbolo más gráfico que ilustra lo que está ocurriendo?

¿Cuándo intervendrán aquellos generales de la OTAN, de los que pensábamos que tenían pelotas de acero y que, desde Rusia, se las untan, como si fueran mantequilla, en las tostadas nacionales que quieren comerse?

Occidente: cobarde, cobarde, cobarde… ¡Lenguaraz, hipócrita y cobarde!

Occidente solo reaccionará cuando Rusia haya deglutido a Ucrania, como una tostada, y se aperciba de que el voraz comensal necesita más tostadas que deglutir… Quizás Letonia, o Estonia, o Lituania, las cuales, a estas alturas, ya estarán poniendo sus barbas a remojar…

Entonces, Occidente, quizás reaccione, pero no por las muertes, no por la barbarie, sino porque los Imperios, como demuestra la historia, se han formado comiéndose tostadas, y cuanto más gordo el comensal, más espacio ocupa, y más grande es su hambre, porque cada vez necesita más comida… Pero cualquiera que sea mínimamente previsor ha de saber que no es lo mismo combatir al comensal ahora que hacerlo cuando sea demasiado tarde, como no es lo mismo vigilar el crecimiento de un árbol cuando es joven que cuando su tronco se ha hecho robusto y duro, y su desarrollo se encuentra lastrado por la incuria de quien pudo intervenir, y no lo hizo, para corregir el mal hábito del árbol de crecer como quiso.

Las imágenes que hemos visto en tiempos de paz hay que volver a visionarlas, porque los ucranianos han dejado de vivir con ellas y nosotros no sabemos cuándo dejaremos de contemplarlas como algo que forma parte de la normalidad en nuestras vidas.





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